Todos tenemos algún secreto, hay muchos tipo de secretos...

Todos tenemos algún secreto, hay muchos tipo de secretos...

miércoles, 4 de febrero de 2015

Hogar de hogueras.

-Mierda, mierda y tres veces mierda. -Dice ella, con sus ojos rojos como las cerezas y los dientes ligeramente manchados de sarro que aparecen cada vez que se muerde el labio efusivamente hasta hacerse sangre combinando el color de sus ojos con el de sus labios. Sigue murmurando mierda y joder mientras rebusca entre los cientos de papeles que tiene en la mesa, nunca se ha molestado en organizar lo mas mínimo ni su casa ni su vida. Ella sólo usa las tarjetas de El Corte Inglés para hacerse rayas en las fiestas. ¿Cómo puede saber dónde ha guardado un jodido papel?
No puede, y por eso lo tengo yo.
La miro como quien mira a un tiburón tras una pecera. Y ella cual tiburón empieza a pegarse contra el cristal porque me ve, y ve mis ojos tras el cristal, mis ojos de libertad que le recuerdan que ella sigue en la pecera.
-No está. -No espera mi respuesta, porque no le importa, me odia. Supongo que no le gusta que la tenga encerrada. A mí tampoco me hace especial ilusión.
-Busca bien. -Ella mueve los labios insultando desde el cielo hasta la tierra todo lo habido y por haber. Su cabello destartalado, ni rizado ni liso, ni rubio ni moreno, ni limpio ni sucio está mal recogido en un cordón de zapato blanco (o que era blanco). Se lo aparta de la cara con rabia, con sus dedos llenos de cortes de sus "intentos" de suicidio. -¡Qué no está mierda! -Esta vez me mira y ya no soy la mujer del oceanográfico sino un puñetero pez al que se quiere comer. Le sonrío con sorna y sus ojos parecen una bola de fuego.
-Está. -No necesito ese papel, en realidad nunca dejaría nada cerca de ella que necesitáramos de verdad, aunque viva bajo mi mismo techo sé dónde nunca mira. En los libros, por ejemplo.
Sólo es una prueba, del cambio que me prometió que haría y no ha hecho.
De ver cuánto aguanta sin reventar alguna pared o fumarse un cigarro blanco. 
Ella se debe pensar que soy jodidamente gilipollas, y que no sé porqué tiene esa cara de mierda, de llevo metiéndome toda la puta noche, me he peleado con alguna yonki y me ha arañado toda la cara y no he podido dormir porque gasté todo el dinero del taxi en ginebra y vodka y me tocó venir andando, después cuando iba a meterme una raya de heroína que escondí hace tres días debajo del microondas has llegado tú exigiéndome no sé qué papel que debí entregar hace días o nos echan de la casa.
Pero me gusta verla así sobria y preocupada por algo normal, y no por cómo entrar desde el tejado del vecino para que no me dé cuenta de que perdió las llaves hace ya tres semanas.
-Eres un maldito desastre Isabel. -Y sus pupilas hacen que su iris camel se reduzca a un halo casi imperceptible. 
Me agacho cerca de ella y saco el papel del bolsillo sin que me vea. -Está aquí. -Ahí ya había mirado.- Me contesta como una quinceañera frustrada. -Pues no miraste bien. -Mi calma le irrita, y lo sé, pero no puedo ponerme nerviosa, porque entonces acabaría diciéndole lo mucho que la odio, lo egoísta y estúpida que es, lo poco que me falta para abandonarla en el mar y que se la coman el resto de tiburones, devolverle a la realidad de un guantazo enseñándole las facturas y la acabaría atando de pies y manos para que no pudiera volver a hacerse esa mierda. Pero no puedo, porque no serviría de nada, ni siquiera es capaz de darse cuenta de que la quiero. ¿Cómo coño va a darse cuenta de que es una estúpida arruinada y adicta con trastorno agresivo-depresivo? 
Le preparo café, mientras me pregunta para qué necesito el papel y la ignoro deliberadamente porque no tengo ganas de darle más razones para volverse loca.
Nos van a echar de casa, no tenemos dinero, y aun así gasta, encontré el papel arrugado entre un montón de hamburguesas y ketchup hace dos días. Ella no estaba en casa. En realidad no necesitaba hacer el paripe pero aunque la quiero es un jodido desastre. Y necesito que sepa que lo sé. Que aunque no lo diga, lo sé, todo.
Se bebe el café intentando no caer en él. Y yo sólo puedo pensar en qué más puedo hacer, rendirse no es suficiente pero es mucho más de lo que he podido soportar hasta ahora.
Solamente si pudiera cumplir las promesas...
Joder, que yo también sé lo que cuesta.