Todos tenemos algún secreto, hay muchos tipo de secretos...

Todos tenemos algún secreto, hay muchos tipo de secretos...

lunes, 31 de marzo de 2014

Y, ¿Cómo perdonas el daño antes de escuchar perdón?

Y recuerdo su discurso cada anochecer, después de despedir a la Luna.
-No confíes en nadie lo suficiente como para que te pueda destruir.
La gente puede llegar a ser muy cruel-. Me decía.
Sus ojos negros me miraban sin mirarme, mientras intentaba calmarse girando la cabeza lentamente como cuando intentaba entender algo desde otro ángulo. 
Nunca entendí porqué hacía aquello, pero siempre que lo hacía sabía que estaba pensando algo horrible, quizás como matar eso que le hace girar la cabeza como un perro cuando escucha un sonido muy agudo.
-¿Recuerdas las palabras más sinceras que te dijeron, las más bonitas? ¿Y si te dijera que seguramente fueron mentira?
Las personas pueden mirarte a los ojos mientras te ven triste y derrotado y mentirte sin que les tiemble la voz. Si, pueden traicionarte sin pestañear. Tienen la cruel capacidad de usarte como usas los pañuelos cuando estás enfermo, y volverte a usar si ven que no les quedan más. 
Pueden hacerte llorar y dormir tranquilos esa misma noche, se limpian la conciencia con mentiras, mentiras que hasta ellos mismos se creen. Porque están todos un poco locos.
Y puede que tú, llegues a un punto de no retorno, y te volverás tan loco como ellos, pero antes gritarás las verdades, gritarás todo lo que no entiendes e intentarás limpiar tu nombre y tu vida.
Y pobre de ti, ellos te miraran como a un extraño, con asco. El loco serás tú, y será cuando te vuelvas un loco.
Como ellos.
Y tú te darás cuenta de que todo habrá sido una mentira, una metida, una espalda llena de puñales.
Y te volverás un necio, un loco, y antes de creer que eres el culpable de todo pensarás que nada es culpa tuya.
¡El mundo está loco! Le gritarás al espejo.
¿El problema soy yo? Te preguntarás mirando el techo.
Y entonces te darás cuenta de cada error que has cometido, de cada error que te han hecho cometer, por seguir primero tus impulsos y después los de la sociedad, te quedaste sin tu propia integridad, ¿Qué quedo de tu pensamiento libre?
Por dejarte hacer, por dejarte usar, por callarte, por ponerlos por encima de ti, por traicionar por ellos, por mentir por ellos, por llorar y odiar por ellos.
La gente puede ser muy cruel, tienes que elegir si quieres sufrir, y por quién vas a hacerlo.
Recuerda tenerlos cerca, vigilarlos, ganar su confianza, no te arriesgues demasiado por nadie, ni llores más de una noche. Y no te fíes de nadie, ni siquiera de mi.
Y recuerda, solo puedes perdonar una vez, o además de un loco, serás un idiota.
Y qué razón tenía con su mirada perdida y sus labios llenos de odio.
Qué razón tenía y que pocas veces le hice caso.
Y ahora que ella ha sido la que me ha roto, ¿qué será de sus reglas?
Por ti, no te perdono por ti, porque tenías razón.
Siempre la tuviste.
Con un interés del 30%

domingo, 16 de marzo de 2014

Y como me miraba el mar cuando me despertaba en él.

Tenía un timón de roble macizo, que resistía hasta las más fuertes lluvias. 
Tenía una vela mayor que cuando el viento rugía nos creíamos tan veloces como los aviones.
El cobre adornaba nuestros cañones, y una sirena de bronce reinaba en nuestra proa.
No estaba secuestrada, era libre y la dejábamos elegir el destino, las paradas, las direcciones y los sentidos.
Recuerdo los días en los que el mar bailaba muy fuerte y acababa pisando los pies de su pareja el cielo, mientras los demás luchaban por el bienestar del barco, nosotros nos escondíamos en la bodega, nunca fuimos unos piratas muy bravos.
Recuerdo con amargura cuando echábamos el ancla, porque significaba que abandonaba aquélla joya del mar durante unos días, aunque a veces, unas horas bastaban.
Tengo que decir que solía echar de menos la tierra, su estabilidad y todo eso... Pero el mar...
El mar es un inmenso tesoro, lleno de secretos, de misterios, de joyas, de felicidad, de aventuras, el mar es como una bestia que nadie jamás podrá domar, pero ay, de cuando se deja querer...
Nada es comparable a lo que la mar puede ofrecerte, nada te puede hacer más daño, y, como merece la pena sufrir por sus olas. Por sus idas y venidas. Por luchar contra el timón y no contra la vida.
Que hermosa es la mar cuando nadie la ve.

martes, 11 de marzo de 2014

Alcohol con mariposas.

Llego a casa y están las maletas hechas, los armarios vacíos, sólo quedan los pelos de los animales, y ni rastro de ellos. Me preparo un daiquiri pero sin zumo ninguno, y me hundo en el sofá esperando a que el cielo deje de humear miedo y prisas.
Y me acabo la botella, los hielos, y sigo esperando...
Es una torre medieval, pero con las piedras más nuevas que mi móvil, miro hacia la ventana y la veo a cien metros de mi, más pequeña que mi mano derecha, y entonces, no sé como, me he vuelto más pequeña que un insecto. Todos nos hemos vuelto insectos.
Mi familia, mis amigos, mis no tan amigos, estamos ahí cada grupo en una torre mirando cada uno su ventana, y convirtiéndonos en insectos.
Y entonces una voz en off nos ordena, nos avisa, nos calma, nos cuenta... La única manera de salir de allí es volando, y solo la mariposa tiene alas, cada grupo posee una mariposa, y cada grupo, debemos matar a la mariposa para poder salir volando, y puedes creer que lo hacemos, ningún grupo duda mas de dos minutos si hacerlo o no, escucho el ruido de sus alas arrancadas de su cuerpo, y como ascendíamos hasta la ventana, con un insecto menos. 
Dejamos de ser insectos, o no, quién sabe, pero todo está a escala. Empieza a llover y con la lluvia todo se deshace, vemos a los demás grupos, y nos damos cuenta de que estamos compitiendo aunque nunca hayamos querido ganar nada.
Empiezan a llorar, oigo gritos de miedo por todas partes y me desoriento, me gritan corre, y corro hacia adelante, porque no hay otra forma de correr.
Y entonces veo como los que lloran se deshacen como la arena, se mueren, y es que por lo visto no puedes llorar si quieres vencer al contrincante. Y me posee el miedo.
Nos refugiamos en rocas huecas y solo quedamos tres, mientras miro a los demás aguantándose las lágrimas, y yo busco, una salida, un apoyo, un sentido. 
Y no hay nada.
Y salgo, aunque me dicen que no es muy inteligente, yo no me ofendo, nunca fui la empollona de clase.
Intento ir con los "contrincantes" y me miran con odio, pero un odio plastificado, un odio que ni ellos ni yo habíamos creado. Las rocas se van deshaciendo poco a poco, y por mucho que les diga que se refugien en la mía, no vienen.
Y lloran y entonces mueren. Desaparecen.
Y recuerdo a la mariposa, y veo el amanecer y sé que esto solo ha empezado, no sé quien va a sobrevivir, pero no quiero llegar a saberlo nunca.
Deja de llover, y yo me aguanto las lágrimas mientras sigo avanzando, esperando a quién sabe qué.
Me despiertan los gritos de mi familia entrando por el portal.
Ojalá, todo esto también fuera solo un sueño.


Que si muero, sea por ti.

Espero que vengan a reclutarme para salvar a un mundo que ya está perdido.
Cuento los días para una guerra, y tiemblo de expectación y de frío. Lloran en la calle los vagabundos, los transeúntes, los nómadas, los que han sido derrotados hasta antes de dejarles luchar.
Y mientras los demás lloramos y nos quejamos por el miedo a unirnos a sus fosas comunes. Y ellos se aprovechan de nuestro miedo, de nuestra falta de capacidad de reacción, nos paralizan anunciándonos más miedo, nos aterrorizan para que no hagamos nada.
Y por eso llevo dos días tan largos como dos semanas, esperando a la carta de reclutamiento obligatorio, sin saber por quién estoy luchando, quién tiene razones para una guerra.
¿Acaso existen razones para una guerra?
Pensé en ofrecerme al voluntario, pero se han saltado ese paso, y ahora lucharé en las trincheras con desconocidos pensando en los familiares que también están en la misma guerra.
No admito que tengo miedo, porque  es mi obligación, defender a mi país, a mi bandera, a los míos, a los nuestros...
Pero cómo podré dormir después de matar a un hombre valiente, capaz de luchar por sus principios, su país, su bandera, a los suyos...

miércoles, 5 de marzo de 2014

Duele tanto que se le olvida respirar.

Oigo risas y peleas de borracho tras la puerta rajada y manchada. Se me clava una piedra en el pecho, abrazo la porcelana, y apoyándome en mis brazos dejó la cabeza dentro del pozo de alcantarilla.
Y lo echó todo, primero el ron, después el vodka, y con el whisky y el tequila echó las esperanzas y las fuerzas.
Intento no pensar en los cristales que rompen mis pantalones y crujen bajo mis rodillas, no sé cuánto tiempo tardaré en echarlo todo ni dónde caerme muerta después de esto.
Aporrean mi puerta, me echan, y empiezo a temblar enferma, asustada, congelada y mareada.
No sabré nunca como no me sale una sola lágrima con las ganas que tengo de deshidratarme hasta morir.
Me apoyo en la pared arrastrándome hasta el suelo, frío, sucio, duro, y ya ni siquiera puedo odiar.
No puedo enfadarme ni llorar.
Intento respirar profundamente y la piedra se me clava aún más, y vuelvo a vomitar. ¿Habré vomitado ya el alma? Tendría sentido, que de tanto vomitar se me haya caído el alma en la alcantarilla y ahora este vagando entre mierda y ratas. Y quizás todos tengan razón y me haya quedado vacía. ¿Será posible?
A veces, me invaden sentimientos rojos y negros sin saber de donde vienen. Quizás recuerdos obstruidos ya por el alcohol, quizás sea ese monstruo al que intento matar siempre pero que permanece dentro de mí.
La ciudad se está haciendo cada segundo más grande y yo más pequeña.
Cada minuto recuerdo más gente y tengo a menos. ¿Cómo, por qué, qué ha sido, qué ha pasado?
Por favor, sólo quiero volver a mi cama, esa cama con olor a suavizante de flores, con tacto de franela y algodones. Bajo siete capas de ropa y dentro de un hogar y no una caja.
Como echo de menos la vida que tenía antes de perder mi hogar.
Cierro los ojos y sólo pienso en esos días, en los que además de ventanas tenía cortinas.
Querer echar el alma y echar el estómago.

martes, 4 de marzo de 2014

El poder del mar.

-¿Oyes eso? Cierra los ojos, y escucha lo que el mundo quiere decirte, apaga tu mundo interior, y escucha.
Es lo más bonito que vas a oír jamás.
Lo fue. Escuchaba la calma, el viento bailando con mi pelo, el agua danzando tímidamente, lo noté, como el mundo me decía que había hecho lo correcto, como de mi alma se iban todos los miedos y las barreras.
-Ahora concéntrate más en el exterior.
Y escuché esos cantos de sirena, que me embelesaron, me marearon de placer, me cubrieron de gloria, me besaron, me enloquecieron y empecé a notar como desaparecía todo lo que había sido, con aquellos cantos de sirena.
-Ya puedes abrir los ojos.
No puedo explicaros la imagen de aquello, no existen palabras para explicarlo, ¿Has visto una imagen de un cachorro de tigre blanco, un bebé riendo, la luna, la tierra desde el espacio? Pues más. Mucho más. El mar era de un azul pardo y la luna dejaba en ella reflejos plateados, las sirenas brillaban hasta más que la luna y sus cabellos parecían hechos de piedra preciosas ligeras como una pluma, las estrellas les hacían un marco de luces, enfocando a cada una de ellas conforme cantaban, sus escamas eran cristales de terciopelo y seda, y sus colas bailaban al ritmo de sus voces. 
Pasamos muy lejos de ellas y a mí se me hicieron centímetros, irresistibles, lujuriosos y dolorosos.
-Cierra los ojos rápido o no volverás a moverte de aquí.
No quería cerrarlos, así que me los cerro él, caí al suelo temblando de expectación, él se agacho conmigo sonriéndome burlón. -¿Demasiado fuerte? Negué con la cabeza -Demasiado perfecto.
Asintió. -El mar es demasiado perfecto, pero tranquila, yo dormiré contigo cada noche para que no te pierdas, no dejaré que te enamores de ninguna estrella, que te cautive ninguna ola, ni que enloquezcas por algún tesoro. Te lo prometo.
-Y, ¿quién velara por ti?
Prometo que lo pregunté realmente asustada, pero él siempre sabía que decir: -Yo ya conozco al mar, a las estrellas y a los tesoros, y solo me han enamorado, me han cautivado y me han enloquecido esos ojos chocolate con los que me miras.