Todos tenemos algún secreto, hay muchos tipo de secretos...

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viernes, 25 de marzo de 2016

Que te enamores y te duela.

La magia se halla en el fondo del mar, pero la fuerza en sus olas, que se alzan contra las rocas tan valientes como los primeros que dicen te quiero.
Me pregunto dónde se esconde la magia en una persona, dónde es que acecha la fuerza.
A lo mejor no tenemos ninguna de las dos, a lo mejor por eso nos gustan tanto las drogas.
A lo mejor las perdemos con el paso de los golpes y el ruido del silencio.
Ojalá fuera parte del mar, y pudiera engullir todo el mal que me sobrelleva como engulle ella a los barcos que la navegan.
Ojalá las palabras las pudiera escupir con ácido, las que me queman el hígado cuando me las trago.
Ojalá con mis gritos pudiera dejar de ver mis heridas, ojalá haciendo mareas pudiera echar toda mi mierda fuera.
"¡Hay que joderse!" Dirá la mar. "Tú quejándote de tus miserias y yo siquiera sin poder hablar".
Duele, la rabia también duele, como tus ojos claros sabiéndome sin conocerme.
Que te jodan.
Debería decirme la mar.
Que te den.
Que te hagan daño cuando te quieran, que te envuelvan en mil mareas, que te engullan en sus olas, que te enamores de sirenas que nunca podrás llegar a tocar, que nunca te dejen bucear en el fondo de sus almas. Que te pierdas la magia, y te lo pierdas todo.
Eso debería decirte cuando te contesto: "Bueno, si". Que es mi manera de decir que no me importa(s), que para qué descubrirme replicándote, para qué desnudarme si nunca podré embarcar en tus ojos.
Cree lo que hayas visto rozando mi superficie. 
Habla, que mientras yo te estudio y te buceo, cada vez, encuentro menos.
Que te den, debería decirte yo a ti.
Que me olvides, que no quiero personas que les da miedo bucear, que no les importa encontrar la magia.
Que conmigo o nadas hasta el horizonte o te ahogas en la orilla.
Bueno, que si, que te den.

martes, 8 de marzo de 2016

Sin corazón no hay lágrimas.

No me arrepiento de haberte dado mi corazón enquistado, puede que ya no sienta demasiado, pero así tus desaires apenas me rozan las heridas.
Ya nunca me acuerdo de los te quiero que no me diste, de los que me calle por no atormentarte, de tus otros besos que me quemaban en las retinas, de los gritos en las otras camas que solté mientras tu nombre amenazaba en mi garganta. Y es que, el día que por no tener corazón quiera dejar de sonreír, será mejor que me tiré a tu cuello. A vivir a tu lado, a arrancarte los te quiero del estómago. A matarte si hiciera falta.

Pero si me dijeras vuelve para quedarte, ay, si dijeras lo que sólo yo quiero que me digas, yo, ahora, que pienso sin corazón y con el frío en la sangre. Que necesito calentarme, que sin ti o contigo yo sigo viviendo, ahora que sólo me palpita la Luna por las noches, ahora, que sé que puedo vivir sin corazón, que me creo inmortal aún siendo débil.
Lejana y brillante como las estrellas que han muerto y dejan su estela hasta nosotros dos, que lucharon tanto para alumbrarnos mientras nos hacíamos y deshacíamos en la cama, hasta después de haber abandonado este universo, tan infinito como mis ganas de odiarte. De no quererte nunca más.

Como mis ganas de atreverme a pedírtelo de vuelta, como mis ganas de ponerme una capa e irme hacía allí arriba a buscarte. A perderme y no tener que buscarte. Como mis ganas de tener esos ojos en el fondo de la pantalla de mi vida.

Pero no me arrepiento, porque a pesar de todo cada mañana, después de morir durante unas horas, después de vomitar mis miedos en forma de whisky y bilis, sólo quiero vivir, con las mismas ganas que tenía antes de conocerte. Quizás más.
Sigo soñando con los cantos de sirenas, con los besos a la Luna, con las noches en vela encontrando otros sabores, lejos del tuyo.
El mundo nació mucho antes de conocer tus ojos, el mundo sólo se paró en tu sonrisa un segundo, pero no, no terminó ahí.
Siguió con tus caricias, tus gritos, tus gemidos y tus golpes. Y ahora sigue después de ti, puede que duermas con mi corazón manchándote de sangre en el pecho, pero puedes quedártelo. Resulta que no me hace falta para vivir, resulta que sin tus besos también tengo aire para respirar, resulta que sin tus ojos también llego a ver las estrellas, sin tus te quiero también puedo escuchar el amor, como un eco en el interior de mis costillas.
Mi corazón sigue siendo mío aunque lo tengas agarrado entre tus zarpas.
Ya tus ojos no tienen color exacto en mi memoria, tus besos ya no tienen sabores, tu voz ya no destaca en los siete mares, tu presencia no me desorienta ni tu ausencia me revienta.

Hasta luego, puedes irte lejos, puedes quedarte de hecho, aquí al lado, cerca de mi corazón, con tus ojos sin color y besándome sin aderezos. Ya no importa mucho, entre mis costillas ya sólo queda espacio para mis armas y mis vendas.

Los mentirosos también dicen te quiero.

Me engañas y lo sé.
Juegas con mi corazón con la misma habilidad que con mis tetas.
Ladeas la cabeza, entornas los ojos y sonríes mintiéndome. "Te quiero cariño". Yo veo como me mientes, como evitas morderte el labio para no reírte en mi cara.
Conozco bien esa sensación, poco te importan siquiera mis orgasmos, aunque sean muy lejos de los tuyos.
Me abrazas y te enciendes un cigarro en mi sofá verde quemado, te abres una cerveza de mi nevera vieja, como si todo lo mío fuera en realidad más tuyo.
Y no me importa, me dejo. Porque hoy y ahora no me apetece estar aquí, sola.
En esta casa tan grande y rota, tan vacía sin ti. Tan silenciosa sin tus gritos, tan ordenada sin tus brotes.
Así que me engañas y me dejo mentir, te sonrío y contesto mecánicamente "Y yo a ti". Evitando morderme el labio para no reírme en tu cara.
Pero no, no creo que te quiera ni siquiera un poquito más que a mi cerveza.