Todos tenemos algún secreto, hay muchos tipo de secretos...

Todos tenemos algún secreto, hay muchos tipo de secretos...

viernes, 30 de octubre de 2015

Vacunas para enfermedades con nombre propio y corazón negro.

Los te quiero se guardan en la garganta hasta que queman hasta el paladar, el odio, en cambio, explota por los poros de nuestra piel hasta que nos hierven los ojos de dolor.
Saber mentir es una maestría, y hacer el amor es sólo un curso complementario, que ya nadie practica.
El mundo ya no está gris, es incoloro, insonoro, inoloro e insípido.
Las gotas de mi whisky tienen más amor para darme que tus labios tristes y agrietados.
Las gotas de mi whisky me dan más calor que tus abrazos secos.
Las gotas de mi whisky tienen más color que tus ojos negros.
Dime, que he hecho yo para merecerte, ni bien ni mal.
Dime, para que quisiste aparecer en mi destino, si querías que te hiciera daño sólo haberlo dicho. Si querías sufrir, haberme querido.
Me pregunto cada noche si has sentido alguna vez el sabor de mis labios, o eres otro alcohólico más.
Mis labios tienen sed desde que no te besan, y muerden a esas sonrisas dispares que no son las tuyas, enfadados.
Si sólo querías luchar, haberlo dicho, si sólo te querías limpiar, haberlo pedido. 
Yo no soy una persona coherente, ni siquiera cuerda, pero te hubiera limpiado las sábanas de pesadillas y recuerdos matutinos, simplemente me hubiera ido después.
Ahora las he tenido que quemar, porque era yo la que necesitaba limpiar mis sábanas de ti, mis desayunos de tus besos, mis noches del ruido de la cama.
Ahora el mundo ya no está gris, está incoloro, insonoro, inoloro e insípido.
Sólo me queda el whisky. Todo lo demás me recuerda a ti, me enfurece, y lo destruyo, hasta que me miro al espejo y te veo dentro de mi piel.
¡Si querías guerra, sólo haberlo dicho! Te habría arañado más fuerte, te habría robado las ganas y el aliento.
¿Por qué elegiste a alguien que sólo soñaba con soñar a solas?
Arrepiéntete, llora lo que yo debería estar llorando por ti, pues las personas que en vez de agua tienen whisky en las venas no pueden llorar, pero no, no me quedaré como una pobre infeliz mirando desde mi ventana como tú te ríes de mí.
El odio, explota por todos los poros, el odio después del amor, simplemente inunda el mundo a cada paso que damos, perdóname, porque no te supe querer, perdóname, porque ahora entenderás, lo que duele quererte.
Las damas aguantan las lágrimas en público y se desvanecen en privado, las damas, aguantan fuertes como si estuvieran superando una enfermedad vergonzosa.
Lo siento, pero nunca fui una dama.

El amor no es un tesoro, el tesoro es el enamorado.

A mí lo que me cansa es tener que buscar a alguien a quien querer, como si del tesoro de un mapa pirata se tratara. Como si los besos fueran los acertijos en latín de las películas de Indiana Jones.
Estoy cansada de forzar sentimientos que no existen y de alimentar mariposas que van a vivir durante tres días.
No me gusta el amor, ni los enamorados, porque no me gusta tener que luchar por un cofre del tesoro vacío o con una carta que no entiendo.
No es culpa del mundo, lo sé, pero tampoco es del todo mía, eso también.
Es que prefiero surcar los siete mares en busca de sirenas que de un tesoro que ya nadie recuerda.
Quizás sea porque se hayan perdido las formas, ya nadie habla de amor, sólo de sexo. Supongo que es porque es más fácil haber sentido un orgasmo que haber escuchado un te quiero sincero.
Quizás, es porque aunque ahora salimos más desnudos a la calle escondemos más nuestras almas, por el que dirán, por el miedo a qué nos conozcan, que nos conozcan de verdad.
Si quisiera ser pirata no buscaría un tesoro en una isla perdida, lo haría en el fondo del mar, pues ya no creo que en la tierra haya algo de lo que yo sea capaz de amar.
Que se cansen otros de buscar, que desgasten otros sus labios al rozar, sus ojos en llorar, que descifren otros ese mapa tan complejo lleno de trampas y acertijos.
¡Qué se enamoren ellos! Que todavía tienen ganas y esperanzas en ello.
Que yo prefiero perderme entre la Luna y el cielo, siempre al ras del mar, donde todavía quedan historias que me puedan llegar a amar.

martes, 20 de octubre de 2015

Be(r)sos dedicados a la Luna.

Y no me voy a rendir por muchas balas de plata que me disparen yo no soy un licántropo, (¡ojalá!), sólo soy una idiota enamorada hasta las trancas de la Luna, y me llaman loca, y no, los locos son ustedes, enamorándose a diestro y siniestro de simples mortales ¡Ellos, que lanzan balas directas al corazón!
La Luna el peor mal que me puede hacer es no aparecer una noche.
Pero siempre está ahí, aunque no la vea esta rotando alrededor.
Por muy lejos que esté, está ahí, cada veinticuatro horas aparece para deslumbrarme con su belleza y su majestuosidad.
Y es que prefiero ir directa al infierno o vivir en el limbo a volverme a enamorar de unos ojos negros.
Qué fallo más grande, que estupidez más estúpida volver a creer que yo podría ser de aquellas mujeres que pasean de la mano con el corazón en las suyas. 
Qué fallo más grande, que estupidez más estúpida creer que yo podría querer y ser querida como cualquier otro mortal con un corazón en carne viva, ¡Qué fallo más grande, que estupidez más estúpida, olvidar que mi corazón ya no es un músculo es sólo un callo quemado!
Y no me voy a rendir, algún día besaré a la Luna y será el mejor día de mi vida.
Sino anida entre estrella, ni te puede proteger del Sol en tu descanso, ni brilla cual lucero encantado, no lo intentes, no será suficiente para aguantar el dolor de una bala de plata en tu corazón.


Te quiero, no te quiero, te quiero, no puedo.

No te voy a decir que es amor y estoy enamorada.
Porque si lo hiciera, tendría que admitir que cuando sonríes sale el Sol y me iluminan tus ojos, cálidos y dulces, como no ha podido durante estas noches hacerlo la Luna.
Te tendría que decir que no sólo me quitas el sueño, es que sueño contigo si consigo dormir sin ti.
Tendría que admitir que tus besos son casi indescriptibles casi, saben a miel aderezada con especies picantes y calentadas con pasión bajo los rayos del Sol. (Y quizás siga siendo insuficiente para esos besos, de los que no estoy enamorada).
No es amor sólo porque el olor de tu piel me impregne la sangre y me recorra las venas dándome la paz y quitándome las penas como ningún whisky ni ningunos otros besos han podido.
La mente se me evade, y no piensa en ti, ni en mí, ni en ningún problema habido o por venir, permanece centrada y absorbida en tu voz. Y mi corazón no va a doscientos por hora como potro salvaje y enamorado, va bailando un tango lento y delicioso, calmado e inmortal.
Y si estuviera enamorada me quitaría las ganas eso de soñar despierta, que lo nuestro tiene caducidad, y a mí no me importa, porque sólo puedo pensar en tus pequeños ojos haciéndome feliz, aunque sé que te diré adiós, y que sufriré, pero entonces podré recordar tus besos sólo escuchando el tango que mi corazón no dejará de bailar. Y que tuve la fortuna de que me hicieras feliz, que como dijo Shakespeare "Mejor haber amado y haber perdido, que no haber amado". ¡Qué no es amor! Pero si lo fuera, esa frase grabada en mi alma me ayudaría a conciliar el sueño, porque significaría que hubo un día en el que conseguí amar(te).
Porque lo mejor de perderte será haberte tenido.

lunes, 19 de octubre de 2015

Estrella de mar.

Ojalá fuera una sencilla estrella de mar, no sólo porque vive entre sirenas y bajo la desnuda Luna llena. Es que no necesita a ninguna otra estrella para brillar, como brillan las del cielo.
Y es que sin brillar es bella, y no está absorbida entre la oscuridad del cielo negro, y no necesita que el Sol se esconda detrás de la Luna para que las podamos apreciar.
Ojalá fuera una estrella de mar y las sirenas sintieran en su piel mi fuerza y mi valentía.
Porque sería fuerte y valiente, ignorante de mis peligros, de mi fragilidad, fuerte. Ignoraría los pinchazos de los erizos y me alimentaría de unos seres que causan dolor a otros.
No tendría miedo a estar sola, porque de mi brotaría, de mi dolor nacería, de mi falta crecería, otra estrella de mar.
Ojalá fuera una estrella de mar, sumergida entre las olas toda la vida sin pensar en como respiro, y aún así, sabiendo respirar.
Como me gustaría hacer de mi soledad otra estrella que brille en el mar e ignorar los pinchazos y el dolor para saberme alimentar.
Ojalá, fuera una simple estrella de mar, y no pudiera siquiera llegar a ser consciente de lo que soy, de lo que veo, de lo que quiero, de lo que puedo, y no puedo, de lo que siento. Ojalá fuera tan sólo una estrella de mar.

domingo, 11 de octubre de 2015

Diario de unos tacones con navajas.

Lunes: Tacones puntiagudos a juego con el pintalabios carmesí. Medias negras que terminan donde comienza el vestido. Cubitos de luces, bailes lentos, oscuridad bajo las estrellas y una luna menguante traviesa observando cada sucio beso que le doy al moreno de ojos azules mientras me sube a la mesa de aquel oscuro rincón del bar, un polvo pegajoso, intimidante y sin intimidad.
Martes: Botas y camisa largas, medias de rejilla y muy poca vergüenza. Chupitos de todos los licores, besos a cambio de ciertos favores, la luna imperceptible cotillea con las estrellas sobre el temblor de mis piernas contra el parachoques del volkswagen, se ríe cuando me largo con el coche de aquél rubito de ojos vidriosos.
Miércoles: Ligueros nuevos, zapatos viejos y unos vaqueros estrechos. La Luna creciente observa mis besos melosos y mis ojos lujuriosos gritar "¡Oh dios mío!" Por la ventana de aquel lujoso hotel del que me fui sin pagar antes de que amaneciera, con el australiano que conocí hace un par de semanas en un garito.
Jueves: Las medias del lunes ahora rotas, un escote inexistente y muchas ganas de emborracharme y convertirme en un cubito que desaparece en el whisky.
Unos ojos esperanzados y vírgenes en estas noches de lunas crecientes me mira desde la mesa de billar y me invita a todo lo que quiera, el alcohol hace el resto, me despierto enfurecida y le robo hasta el último aliento haciéndole llorar de miedo frente a mi glock semiautomática cuando me voy reventándole la casa. Le doy una lección "No confíes en una mujer que sale sola por la noche".
Viernes: Hoy sí, hoy llevo lencería debajo de una gabardina que compré con el dinero de mi último negocio sucio. Llevo el color sangre en mis labios que sonríen sin parar de beber, mi tabique se revuelve entre tanta fiesta, los ojos me enloquecen de sobreexcitación.
Unos rizos azabaches, unas curvas vertiginosas, voces graves que bailan con las agudas y más manos de las que sé contar. Me despierto en mi cama, sin recuerdos pero con marcas.
Sábado: Tengo los poros abiertos como si una broca hubiera hurgado en ellos, no me quedan fuerzas para ensuciar más sábanas ni ganas de besar más mentiras. 
Te llamo, pero no me lo coges, e intento inútilmente pegarme un tiro. 
Me ducho durante horas y me restriego con un estropajo de metal hasta arrancarme la epidermis y sangrar hasta limpiar mi sangre de blanca felicidad.
Te vuelvo a llamar, pero no me lo coges, y me envías un mensaje "Por favor para, ya no sé puede cambiar nada".
Llamo a tu hermana y me tiro a sus brazos como si sus labios pudieran llegar a saber a los tuyos. Ella me recoge, es dulce, hermosa, cálida y tremendamente triste. Ella llora cuando me mira a los ojos, cuando encuentra a mis pequeños. "Ni siquiera sabes que acabas de hacer ¿verdad?" Se va llorando y yo me quedo mirando al techo, ¿Qué cojones pasa? La Luna ni siquiera ha salido todavía.
Domingo: La rubia viene a sacarme de la cama por los pies, tiene los ojos tan hinchados como la vena del cuello y oigo como grita por los labios pero no escucho su voz. Rebusca entre mis cosas y quema todo lo que tiene tu nombre, tira por el váter a mis pequeños, y se bebe mi whisky mientras me mira con asco.
"¿Sabes qué día es hoy?" Como si fuera gilipollas. -Domingo. Dame un trago. 
-No te voy a dar una mierda, ¿Qué pasó ayer?
-No me cogió el teléfono.- Resopla, intenta calmarse, deshecha la idea y me grita -¡No puede cogerte el maldito teléfono!
No entiendo que quiere decir, ni porqué tiene que estar todo el mundo tan enfadado conmigo, sólo hemos tenido una mala época, sólo he hecho un par de cosas que no debería, pero yo le quiero, de verdad, él lo sabe. Lo sabe, nunca le engañaría pero es que no sé estar sola, simplemente no sé.
-¿Qué pasó ayer? Joder, Rita ¿En qué coño pensabas?
-¿Por qué no me lo coge rubia? ¿Por qué?
Se acerca a mí mientras apura mi whisky, es una alcohólica disimulada pero usa un arma mejor que yo pinto una raya. -Dame tu pistola.
Niego con la cabeza. -No la tengo ya. La vendí en un moro hace unas semanas.
La rubia enfurece y sus cabellos de oro se encienden como el fuego mientras sus ojos oscuros me amenazan con sombras. Sorprendentemente, se calma, de repente. Aprieta sus gruesos labios y me mira con los ojos rojos y cansados. -Eso fue hace semanas.- Una voz dulce, estricta y calculada intenta decirme algo que no llego a comprender. -La psicóloga te dijo que escribieras lo que ibas haciendo, lee esta semana. Encuentra tu pistola y dámela antes de que te lleve la policía.
-Ya no eres la que eras.- Le digo sin mirarla, el uniforme la ha cambiado, ahora no me entiende. -¡No tengo la puta pistola rubia!
-Mierda Rita, dame el puto diario.- No alza la voz, intenta calmarse pero quiere pegarme con el puño cerrado en la cara y reventarme la nariz, lo sé, le encanta el ruido del tabique rompiéndose, el espectáculo de la sangre brotando.
-¿De qué hablas rubia, es que estás borracha ya? Yo no tengo ningún diario.
-Son las siete de la tarde, hoy no trabajo, sí, he bebido, porque antes de venir a verte es necesario beber, hay que tener un estómago a prueba de balas para verte la cara destrozada y este piso encurtido en mil batallas. Tienes un diario, sino, no sabrías ni que día es hoy. Déjalo, lo busco yo .
Es verdad, recuerdo escribir que día era en una libreta negra pero no recuerdo porqué.
Viene con una pistolita semiautomática que no es mi glock ni de lejos. -¿Has perdido el gusto por las buenas armas o el dinero? -Me sonríe con sorna, con asco y con pena.
-Rita, supéralo. Se murió hace tres meses. Por eso no te lo coge, el teléfono lo tiene su madre, me ha llamado, dice que dejes de molestar a su familia, que ellos están viviendo su propio drama, que no necesitan ocuparse además del tuyo. Tienen razón.
-...
-Rita, ¿Sabes qué pasó ayer, o vives en aquél sábado todavía?
-...
-Lávate, te irás de aquí unos días, tómatelo como unas vacaciones, pero sin sexo, drogas y rock and roll.- Se ríe, a mí no me hace ni puta gracia, ¿Se piensa que estoy loca? ¡No estoy loca! Me drogo. Me esnifo hasta la harina si se me derrama en filas. Pero no estoy loca, lo intento, intento pensar que vivo en un pasado muy pasado, pero no funciona, intento pensar que vivo en un futuro paralelo donde no lo he perdido, ¡Pero no funciona! -¡SE MURIÓ!-Y me echo a llorar.
-Fue mi culpa, tiré todas sus cosas a la calle, lo empujé a dormir con las navajas y las drogas, no le quise perdonar y ahora él nunca me podrá perdonar.
La rubia se agacha mientras se recoge el pelo respirando profundamente, y con esa frialdad extrema que acojona hasta a los capos de la isla me dice: -Como vuelvas, a decir eso otra puta vez, te juro, que te estampo esos herpes que tienes por labios contra el suelo hasta que te desangres como los cochinos de mi pueblo en la fiestas ¿Entendido?-
Asiento, la he visto así mil veces, pero jamás pensé que sería así conmigo.
-Se murió porque fue gilipollas, en una mala noche decidió meterse más de lo que debía y discutir con quien no podía. Y a no ser que quieras ir al infierno de los gilipollas será mejor que tú dejes de comportarte como una, te levantes, recojas lo que te quede de dignidad y dejes que yo arregle el resto.-

La miro a los ojos, y lo sé, esta es la última vez. No va a volver a intentarlo, ya ni siquiera sabe porque debe ocuparse de mi, me enfurezco, pero la rabia me sale en forma de lágrimas. -Vete a la mierda.
Se levanta, digna, soberbia y prepotente.- Iré a poner flores a tu tumba.
-Déjalo, prefiero que me incineren o me coman los lobos antes de admitir tu falsa caridad.
Me mira con asco y odio, me tira la pistola a los pies (no sin antes descargarla en el acuchillado parquet). Niega con la cabeza como quien tiene la respuesta a todo pero no ganas para responder. Y cierra la puerta sin mirarme.
No necesito su caridad obligada, no sabré lo que hago, pero por lo menos hago lo que quiero hacer.
La idea de ir al mismo infierno que él, bueno, no sé me había ocurrido, pero es fantástica.
¿Debería matar a alguien? ¿Drogarme más? ¿Tirarme a la Luna, al Sol?  Bueno, probaré con todo. De todos modos ya es lunes, la Luna está llena y el murió la madrugada de este domingo, tengo tiempo.