Todos tenemos algún secreto, hay muchos tipo de secretos...

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miércoles, 16 de diciembre de 2015

Te quiero, matar.

Bajo las lejanas luces de las farolas de esta sucia ciudad, me dices que me quieres.
Ahora, que tienes miedo, que tengo una bala con tu nombre en el pecho y otra en mi revólver apuntando a tus ojos. Tus ojos tan negros como tu alma.
Te quiero, matar.
Te arrancaría un último beso mientras lloras de dolor, de miedo.
Ahora que ya estoy muerta por dentro, y por fuera. Ahora, que quiero hacértelo con todo el dolor que se me permita darte.
Ahora, que te quiero, y te quiero matar.
Ahora, que ruge el silencio en esta choza de esos malditos amigos tuyos. Ahora, que no puedo pensar si arrancarte la ropa, o la piel.
Y no te disparo, te beso lento. Te muerdo hasta marcar mis dientes en tus labios. Y me zurras, y te atizo.
El revólver vuela hasta el pasillo y nosotros corremos para odiarnos todavía más.
He intentado quererte, pero te quiero matar.
Me arañas con los cristales del jarrón de flores de nuestro aniversario en mi cabeza. Pero, idiota, estoy muerta para sentirlo, para sentirte, para hacer algo que no sea odiarte.
Vuelan de mi mano las figuras que nos regaló mi madre cuando nos prometimos hasta la muerte. Y qué vamos a morir, eso ya está escrito con tu pluma y tus dedos.
La silla en tus costillas, el puñetazo a mi barbilla. Si quieres que sea así, lo será, pero que la bala irá a tu pecho, como que tengo yo la tuya aquí, tan dentro.
Yo ya sabía pelear antes de conocerte, tú me has enseñado a matar. Después de matarme a mí.
Un cristal en tu tobillo derecho mientras me clavas este en el estómago.
Conseguiré esa bala, si me muero por ti, lo justo es que yo te mate a ti.
Así sea, el amor eterno.

No pretendas robarme el corazón y que recuerde haberlo tenido dentro.

No me preguntes qué hice anoche, no quieras saber con quién estuve.
Si te beso ahora, concéntrate en eso, en el tango que realizaremos mientras me desnudas y dejas caer tu ropa.
No quieras saber porque tengo heridas en las piernas y máscara de pestaña desgastada en la cara.
No concentres tu mirada en mis ojos oscuros, miedosos, recuerda el aroma de mis sábanas verdes.
Recuerda que el vacío de la cama que deje anoche no me fue recompensado.
Es que te echaba de menos, el whisky me empapó la camisa y me nubló los sentidos.
Es que no soportaba tu vacío, tus labios sellados, tu rencor me emborracho de miedo.
Olvida lo valiente que pude ser, recuerda que en el fondo sólo soy cobarde.

Te prometo, que cada noche que pasé lejos de tus piernas pensé que estaba entre tus brazos.
No me pidas explicaciones de razones que no quieres escuchar. No me quieras tan fuerte que ya me odio yo por los dos.
Cada noche la Luna me incitaba a salir, soy un lobo, no lo puedo olvidar, puedo intentar amarte a ti, pero la Luna sigue saliendo cada noche, sus besos no sabrán a nada, pero por lo menos ella me besa cada anochecer.
Bajo su luz me hechiza, no me mires como si me quisieras y yo a ti no.
No puedes quedarte con mi corazón y esperar que lo quiera de vuelta. Ahora que ya no sirve.

Si me odio no es por haberte intentado olvidar, es por no haberlo conseguido. Por desear haber estado todas esas noches contigo, pero me pides que deje a la Luna.
Y yo, yo no, puedes robarme el corazón, pero no voy a dejar que me quites a la Luna.