Todos tenemos algún secreto, hay muchos tipo de secretos...

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martes, 18 de noviembre de 2014

Hasta que llegue a la Luna

Mientras el viento me azota con fuerza como un látigo de seis esquinas en la espalda, mientras las nubes me bañan en su vapor y me reducen la visibilidad yo no puedo estar triste tan cerca de la Luna como ahora, la veo reflejándose miles de metros por debajo de mi en el lago de cristal, como una bailarina plateada, como una patinadora profesional me la imagino dando giros en el aire con el pelo y la piel brillando en la noche.
Tan cerca estoy de ella, que aunque no pueda verla si miro hacia arriba porque sus ahijadas las nubes no me quieren dejar, no puedo estar triste.
Estoy a más de dos mil metros menos lejos de ella, casi puedo llegar a creer que puedo tocarla. Casi.
Me fumo un cigarro porque apenas me queda comida y no puedo gastarla antes de llegar a ella.
La quiero invitar a cenar.
El calor del cigarro me abriga las manos mientras escribo en el cuaderno de piel que traje a este viaje.
Las personas abajo, pequeñas hormigas que se mueven muy lento desde aquí arriba, me llamaban loca.
Loca por emprender un viaje sin mirar si podría volver.
Loca por emprender una lucha contra la que todos creían que perdería.
Loca, completamente loca por no tener miedo. Por luchar. Por soñar y cumplir.
Y no soy yo la loca, que son ellos los que tienen miedo.
Y claro que yo lo tengo también, pero no hay valor sin miedo.
No existe héroe si no ha sentido miedo y aún así ha sido héroe.
Que cuando una persona ha querido luchar hasta el final por dentro el miedo le aterraba, pero de tanto crecerle el miedo salió por sus poros, se deshizo por las puntas de sus dedos.
Yo lo noto, como después de querer rendirme, de saber que no podía más, de aguantarme las lágrimas mordiéndome la lengua hasta bañarla en sangre, de intentar respirar cuando me faltaba el aire, de dar media vuelta y bajar unos metros, unos muchos metros, pero me dije ¡No, tengo que hacerlo! Por mí. Porque nada ni nadie puede cumplir un sueño por otra persona.
Yo quiero tocar a la Luna.
Quiero hablarle a centímetros de su hermoso ser.
Y subí, y lloré, y sufrí, y me dolió, y ahora estoy aquí, y siento que el miedo se me fue cayendo en estos últimos mil metros, y de repente siento como nada puede con mi fortaleza interior, y si muero, que sea intentándolo, que si muero sea subiendo esta montaña.
Estoy decidida a llegar a ti.
Puede que sólo otros locos me entiendan y me sonrían mientras sus ojos me dicen ¡Con dos cojones! Pero sus labios sólo sonríen, porque saben que aunque quiera no siempre se puede.
Pero les demostraré que quererte es poder.
Y ese poder es el que me da fuerzas para quererte más fuerte.
Para luchar más alto, para llegar hasta el cielo y la Luna.
Mis manos se estropearan, mis pulmones ya gritan que no pueden más, y mi piel se afina tanto que a veces veo mi sangre correr por mis venas.
 Pero mi corazón y mi cerebro me chillan ¡Lucha! Y nada puede contigo si tú corazón está tan locamente enamorado que ha convencido a tu cerebro de que querer es la única opción.
Y te lo digo a ti que estás leyendo esto, la piel se desgarra, los pulmones se atrofian, los dedos se agrietan
La bailarina del cielo negro.
, nada es eterno en esta vida excepto el sueño que ahora tienes y que debes cumplir.

Será la diferencia al morir entre tú y yo, mi cadáver nunca tendrá un velatorio de ataúd abierto, pero mi sonrisa se verá tras la madera y dirán ¡Murió feliz! ¿No crees que merece eso la pena?

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