Mi lengua se queda lamiendo el paladar durante minutos cada vez que dejamos de besarnos.
Lo recuerdo con tanto detalle porque apenas hace tres noches que soñé con tus besos. Me desperté con el sabor de tus labios y el olor de tu cuello, y mirando el móvil con la esperanza y el miedo de que tu hubieras soñado conmigo.
Cuando leí tu nombre

Tan lejos, que los arañazos de mi espalda y los mordiscos de mis piernas ya no tienen tu firma, que tu tienes el cuello marcado con otro carmín y una caja

Encontramos sustitutos para nuestros platós privados y no me importa, porque los papeles de actores principales siempre serán para nosotros.
No digo que te quiera, sólo, que, tu voz me irradia de felicidad

Y puede ser algo cínico, leer


Y es que eres él.
El hombre del que podría querer algo más que una amistad o unos revolcones. El hombre, que me asusta, me da miedo y me acojona, porque eres ese hombre del que me podría enamorar. Los ojos oscuros con los que podría viajar hasta el fin del mundo sin pensarlo siquiera un segundo. Los labios que no me cansaría de besar. El hombre por el que no me daría miedo dejarlo todo, no me daría miedo quedarme abrazada junto a él sin más, quererle sin más y no estar con ningún otro.
Y por eso miro el móvil con miedo y esperanza.
Con el miedo, de volver a sentir algo, de darte ese poder, de algún día querernos, y con la esperanza, de que algún día el destino nos vuelva a dejar intentarlo. Y esta vez, nos deje el tiempo que nosotros queramos.
Y es que, aunque bese otros labios, aunque no sean tus caricias ni mis manos, sueño todavía contigo.
Sueño con volver a estar cerca de ti, y poder ir andando hasta tu casa, besarte, amarte y dormir.
Dormir junto a ti sin querer huir por la ventana a las cuatro de la madrugada.
Enamorarme de ti, y que te enamores de mi, y poder irnos, por fin.
A veces sueño contigo, recuerdo tus besos y te echo de menos. A veces sólo me duele saber que podría enamorarme de ti y no puedo

No hay comentarios:
Publicar un comentario