Todos tenemos algún secreto, hay muchos tipo de secretos...

Todos tenemos algún secreto, hay muchos tipo de secretos...

jueves, 8 de enero de 2015

Es cuando me doy cuenta.

Suelo tener los ojos hinchados como dos frutos maduros, y te veo entre las rendijas de estos con las pestañas muy pegadas y las retinas rojas como los fresones de tu pueblo.
Suele ser cuando voy a ducharme a prisas y con frío, y te miro antes de cerrar la puerta ensimismado en tus pantallas diciéndome no tardes o no gastes el agua caliente.
Suele ser cuando después de cenar las piernas no me responden y te veo trajeado con franela o en un chándal de la marca Fuma sonriéndome igual de cansado y hecho polvo. 
Cuando me fijo en tus labios agrietados por el frío, tu pelo mojado recién lavado con olor a menta fresca o tus pómulos sin marcar bañados en sudor, que, curiosamente huele mejor que tu champú. Huele a ti de forma expandida. De forma natural.
Es cuando te miro comer o jugar con la comida en el plato, como si el bacon y los huevos fueran aquellos soldaditos verdes con los que solías jugar de niño.
Es cuando me dices buenas noches, con tu último hilo de voz ronca o con un ruido que me garantiza que somos animales al cien por cien, cuando, me doy cuenta.
Es cuando me fijo en tus ojos cansados, pequeños o grandes, en tu voz temblorosa, o en tus manos agrietadas. Es cuando me acerco muy de cerca a tus facciones aunque este en la otra punta del salón.
Cuando danzas por las noches sonámbulo por la casa y me dices algo ilegible de lo que probablemente mañana no te acuerdes, ahí me doy cuenta.
Cuando me sonríes sin sonreírme y me dedicas el tiempo que no tienes, y eres tú, sin adornos ni perfumes, sin palabrerías ni ropa planchada. Eres tú, siendo sólo tú, como si yo no estuviera, mejor, sabiendo que estoy, pero no te importa, porque ya no importa, porque formo parte de tu ser natural, de tu existencia diaria, de tus rugidos matutinos o de tus despeinados domingos.
Es cuando haces esas cosas raras que antes nunca entendía y ahora me preocupo si no haces, ahora, que hasta me siento extraña si no estás.
Es cuando nos intercambias las almohadas cada noche mientras me lavo los dientes porque huele a mí y no te apetece decírmelo para que no me lo crea.
Pero cuando vuelvo, la almohada siempre huele a ti, y me doy cuenta, y es entonces cuando te observo por el rabillo del  ojo mientras intentas fingir que ya estás dormido  para que guarde en secreto tu dulce manía cuando me doy cuenta, de repente, que te quiero un poco.
Un poco más quiero decir.
Cuando abres la puerta del baño sin avisar porque nunca  puedes fijarte si está abierto o cerrado y prefieres pedirme perdón después, cuando andas con las camisetas del revés porque tenías mucho sueño al despertarte o cuando en medio del salón te pones a hacer un fuerte. Es entonces cuando te digo mira que eres tonto, y pienso que quizás te quiera. Un poco más.

2 comentarios: