Todos tenemos algún secreto, hay muchos tipo de secretos...

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viernes, 18 de septiembre de 2015

Sino me hubiera gustado el rock.

Sino me hubiera gustado tanto el rock no habría querido buscar las notas más altas, los compases más fuertes, la vida más rápida, los sonidos más graves, las prisas para beberme las botellas, los amores más desafiantes, los dolores más agudos, los gritos más desolladores, las canciones sin sentido, los saltos en caída libre, las noches más oscuras, las Lunas más rojas, los lobos más solitarios y sangrientos.
Sino me hubiera gustado tanto el rock hubiera elegido mejor las balas, hubiera elegido mejor las armas, hubiera sabido perdonar a tiempo, romper todo lo negro, no alimentar la bestia, no hubiera admitido tantas pesadillas en mis sueños, sino me hubiera gustado tanto el rock no estaría entre cuatro espadas sin paredes.
Si hubiera elegido algo menos taquicardíaco, no me costaría tanto respirar.
Si hubiera sabido escucharlo sin vivirlo, no tendría un tumba con mi nombre en el nicho familiar.
No estaría fumándome un cigarro blanco con los ojos ensangrentados y el miedo saliendo por mis poros en forma de sudor alcoholizado.
No estaría esperando que vinieran a por mí con un revólver del 38 debajo de mi almohada, no estaría pensando a quién van a ir dirigidas esas balas, ¿Y si me tiro directamente por la ventana?
No hay fuego, aunque lo ha habido, no tienen cola ni rabo pero igualmente son diablos, hay música que te adentra a las entrañas hirviéndote la sangre, cocinando tus pulmones, quemando tu alma, sazonando tu piel con especias picantes para matar las enfermedades que tengas cuando te vayan a comer.
Sino me hubiera gustado el jodido y perfecto rock, el rock duro de solos de guitarra y voces estridentes, ¿Qué hubiera sido de mí entonces, quién podría haber llegado a ser?
Sólo otro más, pero otro más vivo.

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